martes, 3 de marzo de 2009

Sangre y Oro

19:53

Este es uno de mis fragmentos favoritos de uno de mis libros preferidos.

Se trata de el momento en el que Marius, vampiro milenario encuentra a Amadeo (Armand) su protejido y más tarde descendiente.

No puedo resistirme a el modo en que este antiguo vampiro ve y siente las cosas, como ama la belleza y aparenta ser tan humano, a la ver que es uno de los más egoistas vampiros.

Disfrutadlo.


Traté de ver al niño, pero no lo conseguí. El niño estaba encerrado en un lugar donde
nadie pudiera verlo. ¿Qué podía hacer yo? ¿Pedir que me mostraran a todos los niños
que hubiera en la casa? Era inútil, pues ese niño estaba encerrado en una cámara de
castigo, aterido de frío y solo.

De pronto se me ocurrió la solución, como si me la hubieran transmitido unos
ángeles. ¿O había sido el diablo? Se me ocurrió rápida y definitivamente.

—Comprar —dije—, desde luego a cambio de una bolsa de oro, y ahora mismo, un chico del que quieres desembarazarte. Un niño que ha llegado hace poco y se niega a obedecer.

De repente vi al niño en los ojos del hombre. Pero me parecía imposible tener tanta
suerte, pues ese chico poseía tanta belleza como Bianca. No había contado con ello.

—Que ha llegado recientemente de Estambul —dije—. Sí, eso es, porque sin duda procede de tierras rusas.

No tuve que añadir más. Todos se apresuraron a atenderme. Alguien me entregó una copa de vino. Aspiré su delicioso aroma y la deposité sobre la mesa. Me pareció como si un torrente de pétalos de rosa hubiera caído sobre mí. Todo estaba impregnado de perfume de flores. Me acercaron una silla. No me senté.
En éstas, el hombre que me había abierto volvió a entrar en la habitación.

—Ese chico no os conviene —se apresuró a decir. Estaba muy agitado. Vi de nuevo con toda nitidez la imagen del niño tendido en un suelo de piedra. Y oí las súplicas del niño: «Líbrame del mal.» Y vi el rostro de Cristo plasmado en la reluciente pintura al temple. Vi las gemas engarzadas en el halo. Vi la mezcla de yema de huevo y pigmentos. «Líbrame del mal.»

—¿No me has entendido? —pregunté—. Ya te he dicho lo que quiero. Quiero que me entregues a ese niño, el que se niega a hacer lo que tratas de obligarle a hacer. Entonces lo comprendí todo.

El dueño del burdel creía que el niño estaba muñéndose y temía que la justicia cayera sobre él. Me miró aterrorizado.

—Llévame junto a él —dije, insistiendo con el don de la mente—• Ahora mismo. Sé que está aquí y no me marcharé sin él. Además, te pagaré. No me importa que esté enfermo o agonizando. ¿Me has oído. Me lo llevaré y no tendrás que volver a preocuparte por él.

Lo habían encerrado en una cruel y reducida cámara, y al entrar, la luz de una
lámpara lo iluminó.
Entonces contemplé su belleza, esa belleza que siempre ha sido mi fatalidad, una
belleza como la de Pandora, como la de Avicus, como la de Zenobia, como la de Bianca,
una belleza en una nueva forma celestial.
El cielo había arrojado sobre aquel suelo de piedra a un ángel abandonado, con unos
rizos de color castaño rojizo, un cuerpo perfectamente formado y un rostro pálido y
misterioso.
Lo tomé en brazos y lo miré a los ojos, que tenía entreabiertos. El pelo, rojizo y
alborotado, le caía sobre la cara. Tenía la tez pálida y los huesos del rostro levemente afilados a causa de su sangre eslava.

—Amadeo —dije.

3 comentarios:

  1. Ese Armand no pega ni con cola! Que venga A. Banderas! ! ! Que venga A. Banderas! ! !

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  2. eso eso arriba ese antoñito!!! jeje

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  3. "ven a mi todo quedara olvidadosolo con que vuelvas a mi. estoy mas solo de lo que eh estado nunca" armand.

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